En ocasiones, la vida nos pone frente a muros que parecen insalvables. Para José Manuel, esos muros aparecieron temprano, en los pasillos de su instituto, cuando cursaba la ESO. Diagnosticado con autismo tipo 1, José Manuel tenía una mente brillante, un talento natural para la lógica y las matemáticas, pero también una forma de comunicarse y relacionarse que no siempre encajaba en los moldes sociales establecidos.
Durante esos años, sufrió lo que muchos estudiantes con discapacidad o diferencias cognitivas enfrentan en silencio: bulling, discriminación y una incomprensión constante por parte de compañeros e incluso de algunos adultos que no supieron interpretar su singularidad como un valor. Las bromas crueles, el aislamiento y la subestimación de sus capacidades le dejaron huellas profundas, no solo en su autoestima, sino también en su confianza hacia el mundo exterior.
Sin embargo, José Manuel, llevaba consigo algo que nadie pudo arrebatarle: su determinación. Al finalizar el Bachillerato, tomó una de las decisiones más importantes de su vida: trasladarse a Málaga para comenzar una nueva etapa lejos de la sombra de su pasado. No era un salto fácil; implicaba dejar atrás la seguridad del hogar familiar y enfrentarse al reto de vivir emancipado en una residencia universitaria.
En Málaga, inició el Grado en Ingeniería Informática en la Universidad de Málaga (UMA). Al principio, la adaptación no estuvo exenta de desafíos: nuevos entornos, rutinas desconocidas y la necesidad de gestionar su vida cotidiana de forma independiente. Pero, paso a paso, fue descubriendo que la ciudad y la universidad podían ofrecerle algo que antes no había tenido: espacios de inclusión, oportunidades para crecer y personas dispuestas a comprenderle. Además de haber pasado dos años muy duros académicamente, con problemas personales y de salud de por medio, que afectaron al normal rendimiento de José Manuel. Actualmente, lleva 4 años en Málaga, de los cuáles, 1 año cursó el Grado en Ingeniería Informática del Plan 2010, y ahora, lleva 3 años cursando el Grado en Ingeniería Informática del Plan 2023. Por ahora, él ha mejorado bastante sus calificaciones y está comprometido a seguir mejorando.
La universidad no solo es un lugar de estudio; se ha convertido en un escenario de transformación personal. José Manuel, ha aprendido a organizar sus tiempos, a gestionar su economía y, sobre todo, a relacionarse con personas que valoran su inteligencia y su integridad. Ha encontrado amistades genuinas, profesores que lo respetan y actividades que despiertan su interés más allá de lo académico.
Fue en este contexto cuando conoció a un grupo de estudiantes que compartían un objetivo común: crear la primera Asociación de Discapacitados Universitarios de la UMA. La idea le resonó profundamente, porque sabía —por experiencia propia— lo que significaba sentirse invisible. Así nació AUDAZ, y José Manuel se convirtió en socio fundador, aportando no solo su visión, sino también su ejemplo de perseverancia.
En AUDAZ, José Manuel encontró un lugar donde su voz tenía peso y su historia servía para inspirar a otros. Colaboró en la redacción de los estatutos, participó en campañas de sensibilización y se implicó activamente en la creación de programas que facilitan la vida universitaria a estudiantes con discapacidad. Sus valores —empatía, compromiso, integridad y solidaridad— se convirtieron en el corazón de su labor, siendo un referente para sus compañeros. Además de no haber abandonado sus estudios, que es su prioridad, quiere complementar con el tiempo que tenga libre, a ayudar a los demás, a mejorar el entorno, pero sin dejar de lado lo fundamental, que son sus estudios.
Hoy, José Manuel no solo ha superado aquellos años oscuros de discriminación, sino que actualmente está en tercero del Grado en Ingeniería Informática del Plan 2023, con proyectos académicos destacados, ya que quiere hacer varios másteres, el doctorado, y si es posible, una cátedra. Actualmente, vive todavía en Málaga, aún mantiene lazos fuertes con la comunidad universitaria y sigue vinculado a AUDAZ, ahora como un ejemplo vivo de que la discapacidad no es un límite, sino una característica más de una persona que, con apoyo y oportunidades, está alcanzando sus metas y transformando su entorno.
Su historia es un recordatorio de que la verdadera inclusión no se mide solo por la ausencia de barreras físicas, sino por la presencia de actitudes y valores que reconozcan la dignidad de cada individuo. José Manuel, con su vida, nos enseña que se puede pasar del silencio impuesto por el bulling a ser una voz fuerte y respetada, capaz de abrir caminos para los que vienen detrás.
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